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No era como lo esperaba

Johan seguía escudriñando en su mente qué había podido ir mal. Frente a él, su taza de té en el que generosamente había puesto dos cucharaditas de azúcar, le ocupaba. Se concentró en el sutil arte de crear remolinos que el cubierto efectuaba en sentido horario. Le relajaba la tranquilidad del orden dentro del caos, de adelantarse a la suposición de cómo giraba la corriente de infusión, velocidad constante, movimiento equilibrado, punto de origen exacto concéntrico de la espiral.

La consciencia plena se esfumó en cuanto la cuchara de su interlocutor irrumpió con fuerza en el azucarero colocado a mitad de la mesa. El ataque a paladas contra la sacarosa era violento para Johan, la energía que observaba le hacía pensar que al individuo no le quedaba mucho para romper el enlace de las dos moléculas. Desaprobaba la técnica empleada.

La cucharilla terminó su movimiento de traslación con el tercer acopio de azúcar a su taza. El café emanaba el olor intenso del tostado colombiano, del que Johan intuía agrio a pesar de la cantidad dulce añadida. La muñeca comenzó a hacer girar el cubierto; en sentido contrario del reloj, sin velocidad constante, sin movimiento equilibrado, desbordando a veces la taza, calmando la corriente en otras.

Johan no pudo contener más la calma ante el desasosiego natural de la física práctica de la mesa.

— De verdad, no entiendo qué ha fallado.

— ¿A qué te refieres?

— Todas las piezas encajaban en la armonía procedimental. Lo mismo que hicimos con los sujetos experimentales: ovejas, cerdos y luego monos, cada elemento tenía el sentido de completitud buscado. Se relacionaban como siameses, se compenetraban y eran extensiones de pensamiento en pos de una identidad de colmena. Pero luego, contigo, Yohan, no está funcionando igual.

El individuo arqueó las cejas y cesó de revolver su americano. Se remango las mangas de su camisa y ajustó las gafas Wayfarer saboreando  las palabras para ser conciso:

— Hermano, sabes que no he tenido nada que ver en ello. Soy lo mejor que eres tu. Bastante bien hemos terminado desde el momento que tuve consciencia de que mi naturaleza es una copia genética con veinte años menos.

— Te estás vengando.

— ¿De qué? Tu equipo me ha dado la vida y yo la estoy disfrutando. No tengo nada que reprocharos, ni tan siquiera el condicionante de saber que no soy una persona única en este planeta.

Johan se mordió la lengua. Esta conversación no era la establecida. Su ADN, su entendimiento de la realidad, no concebía el libre albedrio. Este no era un experimento, era la consecución de un trabajo bien hecho que tenía como final completar la copia de la cadena de cada base nitrogenada. El éxito en el nacimiento de Yohan, su crecimiento, su interrelación con el medio, había progresado con normalidad. ¿En qué momento se había torcido para que Yohan abandonara todo lo que él era para abrazar la aleatoriedad, para cruzarse con esta serendipia?

— Hermano — volvió a inquirir Yohan y Johan se dio cuenta que esa palabra llevaba un significado más profundo detrás. — No te martirices por ver algo que no soy. Tu éxito es innegable, mírame. Soy lo que fuiste en molde pero el contenido no puede ser controlado. Lo que te ha hecho ser como eres, aunque me lo hayas intentado replicar, siempre se verá desde tus ojos y estos no son los mismos que cuando te enfrentaste a ese desarrollo extrasensorial.

— Fuiste educado para continuar con esta labor científica. Ha sido toda una vida de dedicación para llegar hasta este punto. Respeto la posición en la que te encuentras pero no olvides que esto es más importante que tu o yo. El ingente sacrificio que hizo desde el principio Padre en su vida para traernos debe ser una conexión leal a la investigación.

Yohan alzó la vista y observó en otra mesa a un anciano en silla de ruedas que tomaba leche caliente en su taza con pajita, revolviendo de arriba abajo el blanco líquido y haciendo burbujas de vez en cuando.

— Debe de ser duro verte en pasado y futuro a la vez Johan.

 

PROMPT:

Dame una imagen realista de una cantina amplia y minimalista de colores blancos y grises con ventanales grandes que den a un jardín. Tiene varias mesas para sentarse. En una mesa se ve a dos hombres sentados uno en frente del otro, el primer hombre tiene aspecto de persona de 50 años, con un uniforme de laboratorio blanco, tiene una taza de té. Enfrente suya, sentado hay otro hombre de 30 años parecido a él pero joven, con una taza de café.

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